
el roce de sus pies,
sus manos estrechadas,
la energía que emanaban sus vientres,
las caricias, los juegos.
Añoraban ser complices e inocentes.
Introspectivos, se perdían
en recuerdos felices y muy satisfactorios,
tan profundos que provocaban una
sonrisa involuntaria, que iluminaba
por instantes sus avejentados
y endurecidos ojos.
Así pasaron los años, cada uno rehizo su vida.
Jamás volvieron a verse.
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